Todas las catástrofes, pese al dolor y la devastación, muestran un lado humano. Japón está mostrando al mundo que su población es solidaria y comprometida, todo el país se ha volcado a ayudar a las víctimas y acatan todas las recomendaciones de su gobierno para facilitar las labores de auxilio y reconstrucción.
En situaciones así, por lo general, cuando las imágenes del caos son tantas y tan fuertes que las personas no pueden con tanta realidad, empiezan a emerger otras; más humanas, más tiernas. Porque en las catástrofes se muestra también lo mejor de las personas, su cara más amable. A los animales les pasa lo mismo. En el zoológico de Japón se capturó una fotografía en la que un oso panda se abraza fuertemente a la pierna de un policía en busca de refugio y protección. Imagínense el pánico que debería sentir este bello y fuerte animal para aferrarse a una persona de una manera tan humana.
Imagínense también como se sienten los japoneses que, indefensos e impotentes, ven su mundo desmoronarse ante sus ojos. Ojala las personas aprendiéramos más rápido y entendiéramos que la ternura, la compasión, la ayuda y la bondad deben ser cosas de todos los días. En todos los países, no solo en Japón, en cualquier momento, todos los días hay personas a nuestro alrededor que se sienten como este oso panda y a las que podríamos extender nuestra mano en gesto de solidaridad y humanidad. Es su decisión.
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